El telescopio espacial James Webb de la NASA, lanzado el pasado diciembre, ya está alineado con sus cuatro instrumentos científicos en marcha. Uno de ellos, el de infrarrojo medio o MIRI, desarrollado en colaboración con el INTA, puede observar objetos muy fríos y distantes, lo que lo diferencia del veterano telescopio Hubble. Su primera imagen de prueba es deslumbrante. En ella se aprecia con un detalle sin precedentes parte de la Gran Nube de Magallanes, una pequeña galaxia satélite de la nuestra, la Vía Láctea. Nunca antes se había visto con tanta nitidez.
MIRI está destinado a estudiar los discos protoplanetarios y las moléculas que contienen incluso antes de que se formaran los sistemas solares. Gracias a él, entenderemos cómo las estrellas forman sus sistemas de planetas.
Su primera imagen (a 7,7 micrones) muestra parte de la Gran Nube de Magallanes, que ha servido como un denso campo de estrellas para probar el desempeño de Webb.
Solo hay que comparar el primer plano de la imagen de MIRI con una imagen anterior del mismo objetivo tomada con la cámara de matriz infrarroja del telescopio espacial Spitzer de la NASA (a 8,0 micrones). El Spitzer, ya retirado, fue uno de los grandes observatorios de la NASA y el primero en proporcionar imágenes de alta resolución del universo infrarrojo cercano y medio. Webb, con su espejo primario significativamente más grande y detectores mejorados, será capaz de ver el cielo infrarrojo con mayor claridad, lo que permitirá a los científicos aún más descubrimientos.
Por ejemplo, la imagen MIRI muestra el gas interestelar con un detalle sin precedentes. En ella se puede ver la emisión de moléculas de carbono e hidrógeno que juegan un papel importante en el equilibrio térmico y la química del gas interestelar. Cuando Webb esté listo para comenzar las observaciones científicas, estudios como estos con MIRI ayudarán a los astrónomos a comprender mejor el nacimiento de las estrellas y los sistemas protoplanetarios.
Compuesto por una cámara, un espectrógrafo y un coronógrafo, MIRI observa objetos más fríos y distantes (por lo tanto, más antiguos) que el infrarrojo cercano. Sin embargo, necesita un sistema de refrigeración más potente para poder operar a -210 grados Celsius, por lo que tiene un sistema de criogenia propio que funciona como una especie de ‘nevera’ que lo mantiene más frío que el resto de instrumentos.
«Una revolución»
«Todos los instrumentos están funcionando al límite de su capacidad nominal e incluso mejor. Están listos para hacer ciencia», explica a este periódico David Barrado, profesor de Investigación Astrofísica en el Centro de Astrobiología INTA-CSIC, que ha trabajado veinte años en MIR. «Por la resolución y sensibilidad de estas imágenes, podemos decir que vamos a hacer una ciencia extraordinaria que romperá las barreras del conocimiento que tenemos ahora sobre la formación y evolución de las estrellas, el desarrollo de sistema planetarios, la evolución de las galaxias, la cosmología… todo va a ser una revolución a partir de ahora», asegura.
«Una imagen vale más de mil palabras -continua-. Tenemos una gran ilusión por ver las imágenes del Hubble y empezar a recibir datos a partir de julio». Según explica, el proceso de calibración de MIRI va según lo esperado. «Todo el consorcio está muy contento con lo conseguido hasta hora y con los datos que se esperan», afirma.
Mientras tanto, el equipo de Webb ha comenzado el proceso de configuración y prueba de los instrumentos para comenzar las observaciones científicas este verano.
Fuente ABC